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¿Hermanos que pelean? Prueba estos consejos positivos para reducir la rivalidad

Si eres padre, madre o cuidador de más de un niño o adolescente, probablemente esperas que se lleven bien. Incluso, que sean mejores amigos.

Sin embargo, la realidad puede ser diferente y lidiar con niños que siempre están peleando, suele ser estresante y un problema sin fin.

¿Cómo se puede mantener la paz – o al menos darle más de una oportunidad?

Aquí te proponemos algunos consejos que podrían ayudar:

¿Son normales las peleas entre hermanos?

Sí, son normales los desacuerdos entre hermanos. Puede que discutan, se culpen entre sí, se rehúsen a compartir, se vuelvan competitivos, celosos o incluso, que peleen físicamente cuando están enojados.

Hay ocasiones en que uno empieza los conflictos más que el otro y después intercambian. A veces, pueden llevarse bien por semanas y después parece que no pueden ni respirar el mismo aire sin discutir.

Dependiendo de sus edades, se pueden presentar diferentes desafíos. Por ejemplo, los niños pequeños pueden batallar para compartir, mientras que los más grandes con frecuencia experimentan sentimientos de injusticia y comparación.

Generalmente, los niños pasan por diversas fases de desarrollo y eventos que pueden dar paso a, o intensificar, los desacuerdos y peleas.

Tan frustrante como sea, la rivalidad entre hermanos es usualmente parte del aprendizaje.

Los niños están poniendo a prueba, practicando y desarrollando importantes habilidades de vida como resolver los problemas, negociar, colaborar y llevarse bien con los demás. Están aprendiendo cómo manejar y expresar las emociones fuertes.

Las relaciones entre hermanos pueden ser un campo de entrenamiento para desarrollar estas habilidades. Y conforme van aprendiendo, las cosas no siempre van a ser gratas.

Tener una perspectiva amplia puede ayudar a los padres, madres y cuidadores a manejar estas situaciones comprometedoras de manera más tranquila.

El poder de la atención positiva individual

Los niños, niñas y adolescentes desean la conexión con sus padres y cuidadores. Y cuando sienten que tienen que competir con sus hermanos para obtener atención y tiempo de calidad, suelen ocurrir los conflictos.

La vida familiar es demandante a veces y darle a cada niño la atención individual adecuada puede ser un gran desafío. La buena noticia es que, como adulto, puedes hacer muchas cosas pequeñas para ayudarles a que se sientan únicos e importantes.

Por ejemplo, si estás preparando la comida y uno de tus hijos muestra interés, invítalo a que ayude a mover o cortar los ingredientes.

Dale una palmadita gentil en el hombro, una sonrisa o una palabra alentadora cuando pase a tu lado. O podrías idear una frase divertida para la hora de dormir que sea sólo de ustedes dos.

Tener interés genuino en los pensamientos y sentimientos de los niños puede ayudarles también. Cuando se acerquen a ti para compartir algo, tómate el tiempo para sintonizar con ellos.

Evitar las comparaciones para mejorar las relaciones

Para ayudar a los niños y adolescentes a formar relaciones fuertes entre ellos, se recomienda evitar las comparaciones.

Decir cosas como “¿Por qué no puedes ser más como tu hermano?” o “Tu hermana lo puede hacer, ¿por qué tú no?” puede causar que los hermanos se sientan resentidos o celosos.

Lo mismo ocurre cuando están jugando con sus amigos. Es importante evitar cualquier comparación accidental, para prevenir los malentendidos o conflictos.

Para crear una atmósfera amistosa, donde los niños se puedan llevar mejor, trata de reconocer y celebrar las fortalezas e intereses únicos de cada uno.

Por ejemplo, si a uno de los hermanos le gusta el arte mientras que el otro prefiere los deportes, motívelos a participar en sus intereses propios. Y elogie los esfuerzos de cada uno, no sólo los resultados.

Para añadirle otra capa a esto, trata de evitar comparar el progreso que cada cual haya podido alcanzar. Por ejemplo, si un hijo o hija aprende a usar la bicicleta antes que el hermano o la hermana, o tiene mejores calificaciones en la escuela, procura no hacer comparaciones entre ellos al respecto.

Motiva a los niños a que sean ellos mismos, con sus propias fortalezas. Esto les ayudará a sentirse valorados y motivados a crecer y aprender a su propio ritmo.

Usar el elogio descriptivo

¿Sientes que tus hijos siempre se están peleando?

Si sientes que no puedes ni respirar cuando ya están ocurriendo los problemas otra vez, es fácil pasar por alto los comportamientos positivos.

Por ejemplo, cuando veas que están jugando y compartiendo pacíficamente, tómate un momento para reconocer ese comportamiento positivo con elogios descriptivos.

En lugar de usar términos generales como “Bien hecho” o “Buen trabajo”, trata de especificar. Por ejemplo, puedes decir algo como: “Me encanta ver cómo juegan juntos. Están compartiendo sus juguetes y respetando turnos. Sigan haciéndolo, me gusta mucho”.

Si ves comportamientos cariñosos o empáticos de uno hacia el otro, pon atención y elógialo. Por ejemplo, “Eres muy amable tratando de consolar a tu hermano después de que se lastimó. Mira cómo lo ayudaste a tranquilizarse”.

Elogios descriptivos como este refuerzan los comportamientos positivos.

Implementar reglas claras y consistentes en el hogar

“¡No es justo!”

“¡Ella empezó!”

“¡Yo no fui, fueron ellos!”

¿Te suena familiar? Las relaciones entre hermanos pueden ser complejas, especialmente si existen grandes diferencias de edad o de capacidades, o cuando sienten que se les trata injustamente.

Unas cuantas reglas familiares claras y consistentes pueden promover la justicia y la cooperación, y reducir los sentimientos de competencia y resentimiento.

Encuentra un momento en que todos estén relajados e involucrados para crear algunos acuerdos como: “Nosotros nos hablamos gentilmente” o “Nosotros respetamos los turnos cuando jugamos”.

La próxima vez que tengan un desacuerdo, respira profundo y trata de mantener la calma. Recuérdales la regla familiar relevante, sin culpar a nadie. Por ejemplo, “¿Cuál es nuestra regla sobre hablarnos gentilmente?”.

Motiva el comportamiento positivo y dales un poco de tiempo para que piensen en cómo continuar. Incluso pueden sorprenderte resolviendo el problema entre ellos mismos. Sin embargo, si no logran resolverlo, tal vez quieras considerar una consecuencia breve y justa.

Por ejemplo, guardando el juguete o juego que está causando el problema por 5 minutos. Hazles saber que se los regresarás para que puedan intentarlo de nuevo.

Modelar un buen ejemplo

Cuando te encuentres en medio de una discusión, puede ser difícil mantener la calma y abordar la situación positivamente. Aun así, modelar un buen ejemplo puede ser una de las formas más efectivas de motivar los comportamientos que te gustaría ver en sus hijos e hijas.

Piensa en cómo respondes y reaccionas frente a los desacuerdos y la resolución de problemas. Los niños, niñas y adolescentes siempre están observando y aprendiendo de los adultos que los rodean.

Modelar el comportamiento que deseas motivar ayuda a los niños a regular sus emociones, llegar a acuerdos, resolver los problemas y ser amables con los demás.

Puede no ser una solución inmediata, pero sin duda puede ser una de las estrategias más eficaces a largo plazo.

Trabajar juntos en resolver los problemas

Cuando los niños, niñas y adolescentes discuten puede ser una oportunidad para enseñarles cómo conversar sobre las cosas y encontrar un punto medio.

Por ejemplo, si se encuentran en un desacuerdo sobre qué juego elegir, intenta evitar tomar la decisión o escoger por ellos. Por el contrario, puedes motivarlos a que encuentren una solución que les permita a ambos divertirse, como jugar primero a algo por 15-30 minutos y después cambiar a otro juego.

Incluso, si no pueden llegar a un acuerdo, puedes pedirles que piensen en cuál sería una solución justa.

Aunque no siempre salga todo con facilidad, estás motivando el pensamiento creativo y las habilidades de resolución de problemas. Esto también puede ayudarlos a sentirse empoderados y respetados, lo que pude dar paso a menos rivalidad con el tiempo.

Dar un paso atrás

Mientras que los niños pequeños necesitan más guía y apoyo, los más grandes usualmente tienen la capacidad de resolver los problemas por sí mismos. Aunque puede ser tentador correr a ayudarles, darles espacio para resolver las cosas de manera independiente (o con una guía mínima) puede ser inesperadamente más eficaz.

La próxima vez considera dar un paso atrás y observa a corta distancia cómo lo manejan ellos.

Algunas veces, darles la oportunidad de resolver las cosas por sí mismos ¡puede dar paso a resultados sorprendentes!

Las estrategias de crianza positiva pueden ayudar a manejar los desafíos con más confianza, para poder criar niños felices y capaces.